'El sanchismo no es una ideología, sino un conjunto de estrategias encaminadas a un único objetivo: el mantenimiento en el poder del partido socialista. Cuando tu plan de gobierno consiste en cambiar de opinión conforme dicho objetivo lo requiera, cuando lo "socialista" o lo "progresista" puede ser tanto una cosa como su contraria (subir o bajar impuestos, amnistiar o no amnistiar) resulta baladí detenerse en las palabras, vacías y carentes de significado, y tratar de ver en ellas algo más que propaganda.
Las principales estrategias del sanchismo para eternizarse en el gobierno consisten en la colonización de las instituciones y en la desactivación de todos y cada uno de los mecanismos de control al poder del ejecutivo y a la mayoría legislativa. Cuando desde los cuadros socialistas se ha dicho, y repetido, que la soberanía nacional reside en el Congreso de los Diputados, no es que estén cometiendo un error de colegial: están trazando el camino a seguir y levantando el siguiente apeadero hacia la dictadura. Nunca está de más recordar el artículo 1.2. de la Constitución Española frente a los impulsos totalitarios: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado."
El sanchismo se quiere esencia del pueblo español. Sánchez y su monstruosa coalición Frankenstein, hecha con jirones de muertos, pretenden ser la representación más pura, la mejor cara del cuerpo nacional, reflejo de sus más elevados anhelos. Así autopercibidos, no es extraño que los socialistas quieran darle el rango de derechos humanos a sus cambiantes opiniones particulares o que consideren que toda alternativa a su poder va en menoscabo de la democracia que ellos, mejor que nadie, representan.
Pedro Sánchez no ha dudado ni un segundo en poner todo el aparato de su partido y, por ende, del Estado al servicio de las cuitas judiciales de su mujer. Si el presidente del gobierno ha sido capaz de eso sin que, desde sus filas, nadie haya levantado la voz, ha sido porque el sanchismo ha llevado a cabo una reconversión de la realidad en metáfora, un truco de prestidigitador consistente en transformar a Begoña Gómez en la quintaesencia de un teórico "progresismo" amenazado y rodeado por enemigos irreductibles, por una España negra y ancestral a la cual, y contra la cual, gobiernan.'
'La noticia del día y, quizá, del año es la pretensión por parte del gobierno de establecer un "carnet digital" para controlar el acceso de los adultos a las páginas pornográficas. Teniendo en cuenta que dicho carnet permitirá acceder 30 veces al mes, podemos afirmar que el gobierno trata de incentivar con esta medida una oferta de porno de calidad. Los "creadores", animados por las subvenciones del gobierno, tendrán ahí una motivación extra para avituallarnos de productos comprometidos con la sociedad y con el antifascismo en su vertiente sexual. Ya lo veo venir: "El porno que está usted a punto de consumir ha superado los estándares gubernamentales de transversalidad, inclusión y resiliencia establecidos por la ley 37/2024, Anexo 5, sección b". Este mensaje irá acompañado, además, por una foto de Pedro Sánchez y Begoña Gómez dando el preceptivo OK administrativo al protocolo. El éxito está asegurado.
O casi, porque, teniendo en cuenta la odisea que supone acceder a determinados trámites de la administración pública, es más que probable que al usuario se le pase la urgencia a partir del cuarto o quinto intento de acceder con el certificado virtual, cambiar dos o tres veces de nevagador o desactivar por enésima vez las cookies. O, peor aún, que, dada la ausencia de facilidades, el susodicho decida renunciar al porno y recurrir a la imaginación, un ámbito en el que aún no ha entrado a legislar nuestro gobierno socialdemócrata. Probablemente por falta de medios, que no por falta de ganas.'